1 Pedro 4:9
Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones.
Por su naturaleza, el costo de hospedar a otros es sacrificio. Sacrificas tu tiempo, tu dinero, tu comodidad, tu libertad, etc.; este es el costo de la hospitalidad. El fruto de la hospitalidad es una bendición tanto para él que la recibe como para él que la brinda (Hechos 20:35). Si somos honestos, aunque nos guste su fruto, muchas veces el sacrificio nos es desagradable. Es este desagrado que tiende a provocar una disconformidad con nuestros hospedados y se revela cuando nosotros murmuramos. Quejarnos, guardar rencor, chismear, o calumniar delante de ellos o en su ausencia es pecado. No permitas que tu buena obra (hospitalidad) se convierte en pecado.
La hospitalidad es una característica importantísima para el cristiano. Practícala sin murmuración.
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