Es penoso ver cómo Saúl desesperadamente trataba de
salvar su reinado mientras Dios le desechó. Fue ungido como rey cuando era
pequeño en sus propios ojos (1 Samuel
15:17). Cuando Saúl iba ser puesto por rey, dijo "¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel?
Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de
Benjamín?" (1 Samuel 9:21).
Cuando fue humilde, Dios le exaltó. Después se creyó mucho y en su soberbia
hacía cosas que no le correspondían (como el sacrificio de 1 Samuel 13 o el botín del capítulo
15). Dios rasgó el reino de Saúl y lo dio a uno que fue humilde, David.
Esto se observa claramente en el capítulo
18 de 1 Samuel:
vv. 7-8
"...decían: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles. Y se enojó
Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho..." La soberbia de Saúl no
pudo dejar que David tuviera más éxito que él.
v. 12 "Mas Saúl estaba temeroso de David, por
cuanto Jehová estaba con él, y se había apartado de Saúl;"
v. 14 "Y David se conducía prudentemente en todos
sus asuntos, y Jehová estaba con él." ¿Por qué estuvo Dios con David
pero se apartó de Saúl? "Porque el
que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
(Mateo 23:12)
v. 18 "...David respondió a Saúl: ¿Quién soy yo, o
qué es mi vida, o la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del
rey?" David, casi haciendo eco de las palabras de Saúl en 1 Samuel 9:21, demuestra su humildad y
la razón por la bendición, presencia, y enaltecimiento de parte de Dios.
v. 23 "...¿Os parece a vosotros que es poco ser
yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de ninguna estima?" Debemos
ser humildes.
Santiago 4:6
Pero él da mayor
gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes.