Efesios 4:31-32
31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo,
ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
32 Antes
sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como
Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
La amargura te
asegura de la destrucción de tu matrimonio, tu familia, tu iglesia, tus
amistades, y tu gozo. “Y sobre todas
estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.” (Colosenses 3:14) Y la Biblia dice que
el amor “no guarda rencor” (1 Corintios 13:5). La razón porque la amargura destruye las
relaciones en tu vida es porque el amor es el pegamento que une en las
relaciones cristianas, y donde hay rencor, no hay amor. Cuando la amargura es
uno de los equipos jugando en la cancha, nadie gana. No podrás crecer y no disfrutarás
un caminar íntimo con Cristo.
La amargura es
como tomar veneno y esperar que haga daño a otra persona.
Imagina que en
frente de ti en una mesa hay tres vasos llenos de líquido. En el lado derecho
hay un vaso lleno de una sustancia venenosa. En el lado izquierdo tienes agua
pura directamente de una vertiente. El vaso que está en medio tiene la misma
agua, pero está mezclada en él una gota del veneno. ¿Tomarías el vaso lleno con
veneno? Obvio que no. ¿Qué vaso quisieras tomar? Es obvio que elegirías el vaso
que tiene el agua pura. La amargura y el resentimiento son como el vaso de en
medio. La gente se engaña pensando que un poco de amargura no le hace mal. Es
por eso que dice el versículo 31 que debemos quitar de nosotros toda amargura. No tomes ni una gota de
veneno.
Por lo que
dice el versículo anterior, “Y no contristéis
al Espíritu Santo de Dios”, sabemos que la amargura entristece al Espíritu Santo quien mora en ti.
La amargura no permite que Él produzca en ti su fruto: amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gálatas 5:22-23)
¿Cómo puedes diagnosticar la amargura en tu corazón? Te
doy una lista simple que te puede ayudar a discernir la amargura en tu corazón.
Si algunos o todos estos puntos son veraces en tu vida, capaz que tienes
amargura:
·
Repites situaciones dañinas en tu mente una tras otra vez
·
Personalizas todos: lo que ME dijo, lo que ME hizo, cómo
ME trataron
·
Hablas acerca de la situación o la persona, esto es, sale
de tu boca: “porque de la abundancia del
corazón habla la boca.” (Lucas 6:45)
·
Cuando el nombre de la persona o la situación surge en una
conversación, tratas de convencer a la otra persona de tu ofensa y constantemente
sientes la necesidad de amontonar más personas a tu lado
·
No olvidas ningún detalle. Quizás no recuerdas lo que
desayunaste ayer, pero si tiene que ver con tu ofensa u ofensor, no olvidas ningún
detalle. Esto es porque has revivido el momento mil veces en tu mente.
Hebreos 12:15
Mirad bien, no sea que
alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de
amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;
El pecado es contagioso:
ningún hombre es una isla (nadie puede tomar decisiones sin afectar a los a su
alrededor)
1 Corintios 5:6
No es buena vuestra
jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?
1 Corintios 15:33
No erréis; las malas
conversaciones corrompen las buenas costumbres.
Tu pecado
contamina a los demás, y esa raíz peligrosa que es la amargura no es diferente.
Si te descuidas de ella, te puede destruir, y a la vez infectar a muchos mas.
Yo soy de
California, EEUU. De vez en cuando nosotros escuchamos noticias de que no se
puede bañar en el mar por algún derramamiento de petróleo o alguna otra contaminación.
Es peligroso porque no hay barreras en el océano para que el derramamiento no
siga contaminando. Al final hay miles de muertes, normalmente de animales, como
resultado de la contaminación. La amargura es parecida. No tiene prejuicio.
Cuando tú tienes la raíz de amargura, tal raíz está feliz contaminando a
cualquier otra persona sin barreras. El fin es la destrucción de muchos.
Tú tienes que
ser el que suelta la amargura, porque ella nunca te soltará.
Cómo soltar la
amargura:
1. Acuérdate
de la gracia de Dios
No te
desesperes, hay un remedio para la amargura, y es la gracia de Dios
Efesios 4:32
Antes sed benignos unos
con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo.
2. Reconoce
tu pecado delante de Dios
Hay que
confesar el pecado de amargura que está en tu corazón. La soberbia te dice,
“no, ellos necesitan MI perdón, yo no necesito perdón, yo soy víctima.” Si
alguien te hizo mal, no queremos disminuir lo que hicieron ellos. Ellos delante
de Dios tienen una responsabilidad de confesar el pecado que hicieron y
arrepentirse. Pero si tú tienes amargura, también es pecado. No dejes que la
soberbia y la amargura te estorben. Dios resiste a los soberbios. Confiesa tu
pecado.
1 Juan 1:9
Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad.
3. Perdona la
ofensa y el ofensor
No estás
perdonando para tu bien (aunque recibirás una bendición). No estás perdonando
para el que te ofendió. Estas perdonas por causa de Jesús.
Colosenses 3:13
soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a
otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó,
así también hacedlo vosotros.